sábado, 28 de febrero de 2009

PERSEVERANCIA


"Al cumplir los setenta años me he impuesto la siguiente regla de vida:No fumar mientras duermo, no dejar de fumar mientras estoy despierto y no fumar mas de un tabaco a la vez"

(Mark Twain)

EL DIA DE LA MARMOTA

El gato negro estaba triste. El olor a mandarina era horrible. Hay gente que piensa que el olor que desprende la mandarina en el momento de pelarla es un perfume. Sin embargo, el olor a mandarina es tan intenso, tan volátil, tan denso, tan acaparador, tan brutal que es absolutamente desagradable. El olor a mandarina es lo peor, peor aun que la tristeza que tiene el gato negro.
Y no es el único. La gente esta triste, la gente esta preocupada, cansada, tensa.
Nadie no sabe muy bien lo que realmente pasa, pero la ciudad es diferente. Tampoco es que haya sido una cosa de repente, pero la verdad es que ha sorprendido. La mayoría esta confusa.
Los circos con animales están prohibidos. La conciencia ecologista ha llegado a las instituciones. Los políticos han hecho suya la reivindicación decretando reglas que prohíben los espectáculos con animales.
Pero no especifican y la gente aun esta mas confusa. Los circos han muerto. El equilibrista, el malabarista, el mago, el payaso, la contorsionista, el músico y, por su puesto, el intrépido domador han muerto. Las normas no aclaran si los hombres, las mujeres y los niños que viven en los circos están considerados animales.
Y todo porque algo está cambiando. En los últimos días los fumadores han perpetrado varios atentados. Oficialmente no se han hecho públicos para que la población no se alarme, pero en varios pueblos del País Vasco y de Catalunya se han visto grupos organizados de fumadores que se dedican a invadir zonas prohibidas y nunca son detenidos.
El otro día en la radio uno de estos fumadores exigía al gobierno la abolición de la ley antitabaco o de lo contrario amenazaban con declarar una guerra.
Pero la guerra ya ha dejado de estar de moda. La guerra, cualquier guerra, ha perdido confianza en si misma y esto la hace aburrida. Las guerras no interesan. La gente esta demasiado ocupada en sus cosas y no quiere que la molesten. Ni tan siquiera con guerras.
En cualquier momento suena el teléfono y todo cambia. Una amiga de tu mujer pregunta por ella, pero ella no esta. La amiga habla, da conversación y no es necesario. La gente se crea obligaciones y nadie sabe porque tanta historia si al final todos queremos lo mismo.
Ahora el problema se esta agravando. Es como si de un momento a otro aparecieran los hombres de gris de “Momo”. Las niñas no llevan coletas. Nadie se acuerda de hacer trenzas y los coches andan todo el dia con las luces apagadas para no gastar. Los taxistas no se atreven a conducir de noche. Tienen miedo a morir.
La noche cada día es mas larga porque el insomnio aumenta. Las pastillas han dejado de ser eficaces y no dormir se ha convertido en una especie de epidemia. Los investigadores no se ponen de acuerdo por lo que se desconoce si puede tratarse de una enfermedad contagiosa. Y si así fuera aun quedaría por descubrir cuales son las vías de contagio. Hasta entonces no hay prevención que valga y hay que intentar pensar solo en uno mismo. Si no dormimos no soñamos, sino nos dejan dormir no nos dejan soñar. Si estamos mucho tiempo sin soñar y después nos volvemos a dormir podemos sufrir unas pesadillas terribles. Las pesadillas son malos sueños, imposibles de recuperar.
Hay gente que quiere volver a sentir corriendo contracorriente. Es gente segura de si misma, directores de banco eficientes, conductores de autobuses interurbanos, charcuteros, vendedores de periódicos, amasadores de pan con el horario cambiado, borrachos arrepentidos seguros de que nada volverá a ser igual, fotógrafos de blanco y negro, carpinteros, zapateros y pinochos.
La noche se lo impide porque esta a oscuras adueñándose de todos los rincones. Y alguien despertó buscando a alguien a su lado.
El otro día, por ejemplo, me fui al cine. El titulo no importa. Era una pelicula en la que pasaba algo. En la sala con un aforo aproximado de sesenta personas, solo estábamos una docena y de los doce la mitad íbamos solos. El cincuenta por siento de la gente que va al cine lo hace sola porque se refugia, se esconde. La mitad de la población va al cine para que no la encuentren. Asi no se puede seguir . Hay muchas formas de hacerse escuchar y entonces es cuando por primera vez aparece el tiempo. Llega el momento de mirarse el reloj. Cualquier excusa sirve y las coartadas se disparan. Hay relojes en la cocina, en la habitación, en el comedor, en la salita de estar, dejamos los relojes en el baño, los neones de las farmacias marcan la hora, los pitidos de la radio a las medias y en punto, en los programas deportivos hay minuto y resultado, encima de los licores de los bares, en la pared, en la pared de las estaciones de metro, de tren, de autobús, en las paradas de los mercados.
Hay relojes dispuestos a encontrarnos para que les miremos fijamente, con disimulo o de reojo. Ellos marcan el tempo.
La soledad continua mal vista. Los médicos no se atreven a prescribirla y se escudan en normativas vigentes. La seguridad social se debate entre atender a los solos en urgencias o desviarlos a los centros de asistencia primaria como solución provisional. En los foros internacionales nadie se atreve a hablar de pandemia, pero los indicadores que regulan el estado del bienestar están ahí.
Las revistas del corazón se han quedado sin fotos trucadas, las han gastado todas y las mentiras están dejando de cotizar en bolsa. La comisión de valores esta desbordada con tantos expedientes .

REGRESO AL FUTURO




Naci en los 60


En los 70 queria ser hippy


En los 80 queria ser nouvelle vague y new wave


En los 90 queria ser olimpico


En el cambio de milenio me perdi


En el siglo XXI quiero ser letra de Hip Hop




"ES MEJOR UN CONTENER QUE TENER QUE LAMENTAR" (DNoe)




viernes, 20 de febrero de 2009

LOS PAJAROS

LOS PAJAROS.-
La publicidad subliminal siempre ha sido una leyenda urbana. Me refiero a esos supuestos mensajes que, supuestamente se incluyen en películas e imágenes fijas y que los ojos no son capaces de distinguir, pero que penetran en la mente.
Leyenda urbana o no, analizando la filmografía de uno de mis directores favoritos, Alfred Hitchcock, he llegado a la conclusión de que fue precisamente él quien propició un movimiento ecologista radical que ni los mas verdes del momento han conseguido implantar.
El mensaje no explicito que se deriva de “Los pájaros” ha cuajado en algunos sectores de nuestra sociedad hasta tal punto que no somos capaces de comprender su magnitud. El planeta de los simios se queda corto con lo que esta a punto de pasar con el oscuro poder de las aves y para muestra un botón.
Como el que no quiere la cosa, las palomas hace años que actúan como avanzadilla de la subliminal sociedad que están creando los animales del reino de las plumas. Las ves al acecho en cada rincón, en cada plaza, en las azoteas, vigilan las esquinas y nos bombardean silenciosamente con sus corrosivos excrementos. Las cigüeñas aparecieron en una segunda fase de la ofensiva. Nadie sabe muy bien porqué, un buen día decidieron instalarse en nuestras ciudades olvidándose de su tradición migratoria, nadie excepto los diseñadores de la operación “pico salvaje” porque actúan como vigías observando cada paso, cada movimiento de los humanos a pie de calle.
La estrategia militar deja muy claro que cuando se intenta invadir un territorio lo primero que hay que hacer es inutilizar los aeropuertos. Una misión imposible que consiguió hace años la famosa alondra Dupont en Alfes y que aun hoy tiene consecuencias.
Posteriormente vendrían los batallones de sison, ganga y alondra ricotí que, a través de lobbys presuntamente ecologistas, están intentando conquistar todo el territorio que iba a ser destinado al progreso de los hombres del campo: el canal Segarra-Garrigues. Esos mismos lobbys han conseguido que la Unión Europea conceda dos millones de euros para la protección de la perdiz nival y el grévol, dos especies que en poco tiempo controlaran los consejos de administración de las principales pistas de esquí del pirineo. Y, por si fuera poco, el vencejo se ha introducido en la futura remodelación del Camp Nou con el único objetivo de hacerse con los derechos de explotación del fútbol televisado.
Hitchcock no hizo más que plasmar abiertamente como acabara todo esto y dejo claro que el hombre será aplastado por una nueva especie inteligente como ya pasó con los dinosaurios. “Tener pájaros en la cabeza” dejará pronto de ser una frase hecha y tomará valor el “vale mas pájaro en mano que ciento volando”.
Sabíamos que no hay que criar cuervos por aquello de que te acaban sacando los ojos, pero nadie va impedir que vuelvan las oscuras golondrinas y que el pájaro loco controle nuestro espacio vital. El futuro es de los pájaros y como luchar contra ellos parece tarea imposible hay que empezar a probar el alpiste para acostumbrarnos a una nueva era, esa era a la que algunos hipócritas se atreven a denominar sostenibilidad medioambiental, una era en la que todo el poder estará en manos de las aves carroñeras.

miércoles, 18 de febrero de 2009

ARDIENTE PACIENCIA

Hay que tener paciencia. En la vida las cosas importantes no ocurren con la rapidez deseada y los impacientes están abocados al fracaso. Lo que pasa es que la paciencia no se regenera por generación espontánea y hay que alimentarla de esperanzas reales y no de hipotéticas utopías llenas de buena o mala voluntad.
Cuando un alto cargo político habla y dice con las mismas palabras lo que hablan y dicen los ciudadanos se produce una simbiosis tan inusual como admirable. Que el Ministro de industria, Miguel Sebastián, diga que se le está acabando la paciencia con los bancos, por no trasladar a la calle el dinero que utilizan para tapar sus propios agujeros y vergüenzas, da mas alas que el Red Bull. Da alas a los que se empeñan en sobrevivir a una crisis económica, las pequeñas y medianas empresas, que ha sido provocada por los que ahora tienen que hacer frente a inversiones especulativas e incluso fraudulentas.
Lo curioso del caso, es que el debate que ha abierto el Ministro de Industria sobre la paciencia demuestra que no todos los altos cargos políticos tienen las mismas reservas de esta aparente virtud que convirtió a Job en santo. Y entonces pasa lo de siempre. El que espera desespera, la cruz de más excelencia es la cruz de la paciencia y, como dijo alguien, las cosas van mal, pero con un poco de paciencia pueden ir peor.
La paciencia de los ciudadanos no es ilimitada como la del dirigente socialista Jose Blanco y no lo es con la actitud de los banqueros, pero tampoco con los que han demostrado no saber gestionar el ecologismo con el Canal Segarra-Garrigues, con los que construyeron un Eix Transversal que se quedo pequeño el día después de la inauguración, con los que traman tapar tramas de espías, con los que siguen pensando que hay mas kilómetros de Barcelona a Lleida que viceversa ni con los que en lugar de buscar soluciones reales para el paro miran hacia otro lado y reinventan el calendario escolar. Tampoco habrá paciencia con los que levantan un aeropuerto en Alguaire sin tener la mas mínima idea de cómo funcionara.
La limitada paciencia del Ministro de Industria es fruto de la frustración, la frustración del que quiere y no puede, la frustración del que cansado de confiar desconfía hasta de su propia suerte, la frustración del que necesita que alguien con poder diga que esta del lado de los buenos y no de los incompetentes.
Hace unos días, un hombre se encerró en su furgoneta y amenazó con quemarse a lo bonzo porque el ayuntamiento de Madrid le debe, desde hace cuatro años, 400.000 euros. La policía consiguió que depusiera su actitud y le detuvo, le detuvo a él en lugar de a los ladrones institucionales que le han llevado a la desesperación. La noticia ocupo poco menos que el espacio de una esquela de tamaño normal. La esquela de la paciencia esta lista para publicar.
Luchemos para que el Ministro de Industria siga hablando, ayudémosle para que siga diciendo lo que piensa, convirtámoslo en un icono del político positivo y necesario para el sistema democrático y apartemos de nuestros votos a los que menosprecian el sentir popular. Alerta porque con paciencia y vaselina el elefante jodió a la hormiga.

GORILAS EN LA NIEBLA

El año que acabamos de estrenar se significará por diferentes cuestiones, como todos los años, pero la más especial será la imaginación. Dicen los expertos que en tiempos de crisis se agudiza el ingenio y yo añado, el ingenio y el genio.
Los ateos, que al parecer no sufren ninguna crisis existencial, se han puesto manos a la obra pintando lemas en autobuses de Londres y Barcelona con lemas en los que reivindican su libertad de opinión. La Iglesia, la católica, sigue embarcada en su crisis perpetua, mientras que los evangélicos ya han anunciado que contraatacaran con una campaña de loas cristianas.
Mientras tanto, la ONU ha declarado el 2009 como el Año Internacional de los Gorilas, una especie en vías de extinción de la que los mas optimistas dicen que quedan unos 200.000 en todo el planeta y los mas pesimistas solo 6000.
Es curioso que la ONU, que siempre llega tarde a la hora de resolver conflictos en los que esta en juego la supervivencia humana, tuviera planeado desde el pasado año dedicar intensamente sus fuerzas para que en los 365 días de este nos concienciemos de que los grandes monos, nuestros verdaderos antepasados, están a punto de desaparecer.
La iniciativa llega tarde para Copito de Nieve, pero puede significar el resurgimiento de King Kong. Una prueba palpable de ello es que en la franja de Gaza han empezado a dejar sueltos a los monstruos de siempre, esos a los que la ONU no solo protege de año en año sino a los que da carta blanca de por vida para acabar con la vida de terroristas, de terroristas y de niños, de mujeres, de ancianos, de jóvenes que viven en un campo de concentración desde que nacieron, de hombres huérfanos, de humanos en peligro de extinción.
Muchos kilómetros más allá, otros monstruos, los del monopolio del gas ruso deciden cortar el suministro a media Europa. Los bosnios, que en su día estuvieron a punto de extinguirse por el nazismo postmoderno, tienen que afrontar de nuevo un invierno crítico sin una estufa en la que calentar su precario futuro.
Visto lo visto, los ateos tienen razón en poner en duda la existencia de Dios porque esta claro que muchos habitantes de la Tierra solo han conocido el infierno. Los cristianos también tienen razón en reivindicar los postulados de Jesucristo porque cada día vuelven a asesinarlo en Palestina. ¿Y la ONU?. La ONU también tiene razón en querer proteger a los gorilas porque como dijo Nietzsche “los monos son demasiado buenos para que el hombre pueda descender de ellos”. Lo que no tiene la ONU es razón de ser tal y como funciona.
En el 2008 conmemoramos el sesenta aniversario de la Declaración de los Derechos Humanos, seis décadas en las que lo único que se han preservado son los derechos de los inhumanos que se ríen de las gracias de los chimpancés del circo, de los que tiran comida a los orangutanes en el zoo estando prohibido, de los que tienen el cerebro mas pelado que el culo de un mandril.
Con un poco de imaginación, en el 2009 igual encontramos entre la niebla algún homo sapiens que ponga a cada cual en el lugar que realmente le corresponde.

LA CABAÑA DEL TIO TOM

Hace cuatro días había gente que se echaba las manos a la cabeza por tener un presidente de la Generalitat andaluz. Casi al mismo tiempo se habló de la grandeza de Catalunya por conseguir que un inmigrante tuviera las mismas oportunidades que un autóctono para liderar las riendas de este país.
Hace menos de cuatro días se ha producido una explosión de júbilo generalizada por la elección de un negro como presidente de Estados Unidos, una alegría desmedida, una trampa moral. No es mi intención convertirme en el aguafiestas de turno, pero he puesto freno a tan desmesurada euforia para no darme de bruces cuando despierte del sueño.
Ahora resulta que todos hemos sido negros alguna vez, todos hemos defendido sus derechos y nadie ha hecho chistes baratos sobre el color de su piel. Ahora resulta que todos tenemos algún disco de Gospel en nuestras estanterías, retratos de Luther King en la cabecera de la cama y que cada vez que nos limpiamos una herida con algodón recordamos a los hermanos de Kunta Kinte. Ahora resulta que nunca hemos tenido ninguna actitud racista, sino todo lo contrario.
Visto lo visto, tengo que pensar que ya estamos preparados para que nuestra sociedad acepte cualquier circunstancia derivada de la multiculturalidad racial que nos rodea. Así, aceptaremos con total normalidad un no muy lejano presidente del gobierno gitano, un alcalde árabe, un obispo chino o un director de colegio indio. Después de lo de Obama entiendo que ya estamos preparados para compartir nuestras instituciones con cualquier persona, venga de donde venga y sea cual sea su origen. Sería una consecuencia lógica al gran momento histórico que hemos vivido estos días y que hasta ha provocado celebraciones masivas de personas que van a los campos de fútbol e imitan el sonido de los monos cuando en el equipo contrario juega algún negrata.
Todo este tinglado me recuerda un poco a las huchas, con caras talladas de negritos, que nos daban cuando éramos pequeños para la cuestación del Domund, un tinglado de hipocresía, la hipocresía típica de los que siempre se apuntan a caballo ganador, de los que siempre defienden las causas perdidas de los que están lejos, de los que no molestan en el vecindario, de los que solo conocemos por verlos por la tele comiéndose las moscas, de los que se matan por no morir.
Celebrar la victoria de Obama, con todas sus connotaciones raciales, no significa que estemos preparados para tener un presidente de la comunidad de vecinos instalado aquí después de saltar la valla de Melilla. Celebrar la victoria de Obama solo representa apuntarse a una moda, pero las modas son pasajeras.
Conozco a muchos que después de llevar camisetas con la imagen del Che durante años han descubierto al personaje gracias a la película. Los mismos que ahora visten de punkys con la hoz y el martillo y se creen que la Pasionaria es una infusión, los mismos que confunden a Groucho con Karl o los que descubrieron el Tibet porque Rafael Nadal ganó un oro en las olimpiadas de China. Conozco a muchos que confunden al tío Tom de la cabaña con el Tom de Jerry y que están convencidos de que no son racistas porque sus hijos escriben cartas al rey Baltasar.

CUENTAS PENDIENTES

La utilización de palabras que no existen es la mejor arma que tienen los prepotentes cuando se ven abocados al fracaso. Se inventan términos imposibles, vocablos que ni tan siquiera existen en los diccionarios para hacernos comulgar con ruedas de molino, molinos con los que ni Don Quijote se hubiera atrevido a luchar.
El último de estos inventos es “refundar”. Los padres del capitalismo no han tenido mas remedio que aceptar la iniciativa europea de reinventar el sistema económico. Mucho antes de que esto sucediera, Artur Mas ya insistió en la necesidad de refundar el catalanismo de la misma forma que, en su día, Julio Anguita promovió la refundación de Izquierda Unida y, supongo, que en las antípodas de la refundación en la que algunos Estados suramericanos se enfrascaron animados por Hugo Chavez.
Cuando una palabra se pone de moda la empieza a utilizar todo el mundo aunque, como ésta, no tenga ningún significado oficial. Como mucho, refundar sería volver a fundar, pero si realmente se trata de esto nos sumergimos en una pantanosa pérdida de tiempo. Volver a crear monstruos, sistemas de gobierno, ideologías u otras patrañas ,que no han servido de nada y que mantienen la esencia mas pura de la decadencia, más que perder el tiempo es intentar ganarlo para dar respuesta a los fracasos.
Con la moda a cuestas no es sería de extrañar que en los próximos meses se acuse al juez Garzon de intentar refundar la democracia española en su afán por hacer lo que siempre quedo pendiente en este país: juzgar los crímenes de guerra. Tampoco sería de extrañar que los muertos de hambre intenten refundar el planeta dándole a Dios unos cuantos días más para crear, de nuevo, un mundo aconfesional en el que la pobreza sea el único pecado.
Históricamente, los impostores han utilizado las refundaciones para seguir dominando el cotarro preservando, única y exclusivamente, sus intereses. Así, podríamos afirmar que los Reyes Católicos refundaron a los indios americanos, que Hitler hizo lo propio con los judíos y que estos, a su vez, llevan años intentando refundar a los palestinos.
Es curioso que cuando hay problemas y lo que un día se fundó caduca, a nadie se le ocurra la brillante idea de crear algo nuevo, distinto y completamente diferente para evitar caer en los mismos errores. Sin embargo, eso debe ser muy costoso para las inteligencias humanas que nos gobiernan desde diferentes ámbitos sociales. Es como si a alguien se le rompe un preservativo durante una relación sexual y en lugar de utilizar uno nuevo lo refunda, pone otro encima del roto. Y repite tantas veces la operación que llega un momento en que aquello ya no es un pene protegido y se convierte en impotencia, la misma impotencia que sienten los ciudadanos cuando, según el viento que sopla, les refundan la educación, la sanidad, las pensiones o el conjunto de sus libertades.
Yo no voy a ser menos, no quiero que me pillen con el paso cambiado y estoy en plena fase de refundación personal. A partir de ahora ya no me reiré de los chistes que no me hacen gracia, no le abriré la puerta a los que nunca me han dado las gracias por ser educado, se terminó dar las gracias por no tener el cáncer que sufren mis amigos y agradeceré todas las iniciativas que sirvan para construir un mundo mejor, mejor que el de Walt Disney, por supuesto. Vale la pena ser sincero.

INSTINTO BASICO

Soy un adicto al mando a distancia. Reconozco públicamente mi adicción a pesar de las grandes discusiones familiares que ello provoca, pero se mantiene en el subconsciente aquella época, en blanco y negro, en la que solo tenía disponible una cadena de televisión.
La del mando a distancia, como todas las adicciones compulsivas, tiene muchos inconvenientes, pero también ofrece algunas ventajas. Una de ellas es ver, de refilón, programas no previstos en la agenda.
El otro día, en pleno subidón digital caí en las redes de un espectáculo tradicional al que algunos califican como fiesta nacional y otros como intolerable y ofensivo.
La verdad es que siempre he pensado que no hay ninguna necesidad de divertirse viendo como se desangra un animal, pero menos aun hasta donde puede llegar la barbarie humana incluso con los suyos.
Estaba el torero frente a la bestia en plena faena cuando, de repente, el vitorino de turno engancha al maestro por la entrepierna, lo revolotea y lo lanza a la arena cayendo de bruces con su traje de luces. Mientras el respetable se lleva las manos a la cabeza y los subalternos desvían la atención del toro, el torero se levanta mostrando su aparente valentía y mostrando también un testículo.
Como el honor es el honor, el torero cubre sus partes con el capote y como un épico gladiador romano marcha, por sus propios pies, hacia la enfermería cuyas puertas se cierran a cal y canto quedando custodiadas por dos policías nacionales.
Al poco rato, sale un medico o alguien parecido y explica ante las cámaras de televisión que “el toro le ha desgarrado un testículo, pero ahora vamos a coserle y esperamos que vuelva a salir al ruedo porque el maestro esta muy animado y no quiere defraudar a su público”.
Dejo a un lado mi adicción al mando a distancia y me mantengo, absolutamente fijo e incrédulo en el mismo canal. Por momentos, intento imaginar el dolor que está sufriendo ese hombre tumbado en una mesa y con solo imaginarlo se me pone la piel, la piel y los huevos de gallina.
Mientras tanto, el público sigue en la plaza esperando, esperando amortizar su entrada aun a costa de la estupidez humana, esperando que el valor de la supuesta fiesta alcance su máximo.
El Ibex de los valores humanos está en decadencia y la crisis que le afecta no es simplemente cíclica. Nos enfrentamos a una crisis de identidad colectiva, casi existencial, en la que todo vale y nada sirve, en la que no nos puede afectar ver a alguien muriéndose en una acera si pagamos en la reventa para ver como le revientan los genitales a un pobre hombre vestido con lentejuelas.
Y el toro sigue ahí sin entender nada de lo que pasa, mirándonos con asombro, valiéndose única y exclusivamente del instinto, el instinto básico que hemos perdido y que hemos acabado confundiendo con los muslos entreabiertos de una famosa actriz. Pero el instinto, el instinto de verdad es el que nos debería proteger de lo que no tiene sentido o como dice el proverbio “el instinto es mas fuerte que la educación”.

LA IRONIA DEL DINERO

Las victorias siempre han sido peligrosas. Cuando alguien inflinge una derrota es tan iluso que solo se vanagloria y cree que su éxito ha sido, única y exclusivamente, producto de su destreza, de su inteligencia y de su habilidad. Sin embargo, cuando uno gana no pierde el tiempo en analizar cuales han sido los errores de su oponente, errores que precisamente le han facilitado la victoria.
La caída del muro de Berlín significó la gran victoria de las tesis capitalistas contra el comunismo. Cegados por ese triunfo, las grandes mentes pensantes de Wall Street, los que untan petrodólares en el café con leche, se quedaron atrapados en sus lujosos despachos creyendo que ya estaba todo hecho.
La democracia es el mejor sistema político que hemos sabido inventar, pero no quiere decir, ni mucho menos, que sea el mejor ni el único que se pueda aplicar para que todos los ciudadanos tengamos los mismos derechos y las mismas obligaciones. Con el sistema económico capitalista pasa algo parecido con la diferencia de que, en este caso, nunca ha aplicado la democracia en sus decisiones y siempre ha actuado con prepotencia y abrazado al totalitarismo.
Los mismos que se regocijaron por derrumbar las dictaduras comunistas sufren hoy en sus propias carnes los errores propios de la dictadura de su sistema capitalista. Los grandes bancos americanos se hunden en la ruina mas absoluta arrastrando bolsas, bolsitos y mariconeras configurando una serie de ironías dignas de las mentes mas atrevidas de Hollywood.
Por primera vez en la historia, el gobierno de los despachos ovalados ha hecho intervenir al Estado para frenar la crisis convirtiéndolo en tutor del capital de la misma forma que lo intentaron los que creían en el comunismo. Sin embargo, como no están acostumbrados a este tipo de intervenciones se quedan a medias, dan marcha atrás y el catacrack resurge como King Kong por las calles de Nueva York.
Cuando aquí nos dicen que nuestra banca es diferente, que es mas sólida y que esta mas saneada me entra un tembleque en las piernas que no se diferenciar el pánico del parkinson. Y lo más irónico es cuando oigo que los bancos no se dejan dinero entre ellos porque no se fían.
Ahora resulta que el mismo tipo encorbatado, repeinado y con gemelos que hace unos meses nos miraba por encima del hombro para dejarnos un crédito tiene el culo prieto porque su vecino de negocio no le da ni un duro porque no le avala ni su gestión.
Ante tanta confusión, pronto empezaran a darnos el oro y el moro por nuestro dinero, dinero que ya no existe porque, ironías de la vida, ellos mismos nos lo han hecho malgastar en hipotecas descerebradas para pisos sobrevalorados que ahora se comerán con patatas.
Vivimos demasiado deprisa, no tenemos tiempo de aprender de las derrotas, pero ni siquiera nos planteamos aprender de las victorias lo que aun nos hace mas miserables. Es entonces cuando la ironía se convierte en sarcasmo.

LA COCINA DEL INFIERNO

Cada cuatro segundos muere una persona de hambre en el mundo. De los 852 millones de seres humanos que, según la ONU, no tienen nada que llevarse a la boca, 300 millones son niños, un numeroso grupo de pequeños que no se han planteado nunca ninguna de las reivindicaciones de la niña de Rajoy o similares.
Hace unos días, los representantes de 183 países de nuestro mundo se reunieron en Roma en una cumbre organizada por la FAO y se comprometieron a reducir a la mitad las personas que pasan hambre antes del 2015. La misma promesa la efectuaron oficialmente el año 1996, la misma promesa sigue sentenciando a una muerte segura desde hace décadas.
Los mismos que se llenan la boca de palabrería barata son los que tienen acidez de estomago de tanto engullir alimentos caros. Son los que andan preocupados por una macroeconomía que solo atiende a sus intereses, los intereses de los que cada semana tiran decenas de productos que se han cansado de esperar en la nevera, productos caducados como la moral de sus propietarios.
Al gran sistema económico mundial no se le pone la piel de gallina por los asesinatos que se ordenan desde sus burbujas, pero se escandalizan solo de pensar que a lo mejor llegara un día en el que tendrán que llenar sus jacuzzis con chardonnay porque no tendrán agua ni con trasvases. Los que juran en falso que tienen la voluntad de solucionar la hambruna del planeta ocupan su tiempo en rebajar grasas en saunas de lujo mientras las moscas revolotean junto a los ojos desnutridos de miles de recién nacidos.
Mientras tanto, nosotros, los mas concienciados con el problema nos limitamos a escribir artículos como este para limpiarnos el alma y una vez al año contribuimos con alguna ONG para dormir tranquilos. Los menos concienciados se limitan a hacer zaping porque los que se mueren de hambre están muy lejos y lo que aquí realmente importa son las subidas de las hipotecas.
Cuando lo de la guerra de Irak, miles de personas en todo el mundo salieron a la calle para protestar. Se suponía que esas personas estaban contra la barbarie de las superpotencias y del empecinamiento de nuestro Cid campeador. Se daba por supuesto que toda esa gente quería demostrar a los gobernantes que los individuos de buena fe pueden unirse por una causa justa.
Desde que de pequeño miraba sorprendido las imágenes de los niños de Biafra con el vientre hinchado hasta ahora nunca se ha convocado ninguna manifestación multitudinaria para exigir pan y leche, nunca he visto discutir a nuestros políticos por quien aporta mas ideas y dinero para frenar el mayor genocidio de la historia, ninguna huelga sindical, ningún manifiesto serio y vinculante. Nada, nada de nada como el mismo escenario en el que viven los que esperan que los buitres cierren el círculo y se los coman en la cocina del infierno.
Y llegara un día en que el hijo hambriento de una madre hambrienta hará estallar sus tripas en un aeropuerto y nos obligaran a cruzar los puestos de seguridad en ayunas y, por supuesto, sin zapatos.

POLTERGEIST

Los hechos paranormales se creen o no se creen. Las medias tintas nunca han servido en cuestiones de fe y yo que siempre me muestro un poco escéptico ante lo desconocido tengo que reconocer que he claudicado tras la experiencia vivida hace unas noches en el sofá frente al televisor.
Estaba concentrado ante un nuevo caso del malvado doctor House cuando de repente, en el momento exacto en que su paciente empezó a vomitar sangre, cientos de extraños personajes invadieron mi sala de estar.
Un italiano hortera intentaba venderme tarifas veraniegas para el móvil, unos locos conducían un coche cantando una canción de Shakira, una señorita desconocida de muy buen ver emitía sonidos guturales dignos de un orgasmo mientras se lavaba el pelo, otra dibujaba castillos puntiagudos en su melena con una laca extra fuerte y a un joven apuesto le habían regalado un reloj, pero al final era él el regalado.
Sin salir de mi asombro apareció una mujer con bata blanca ofreciendo esculpir cuerpos flácidos y celulíticos. Tras ella grupos variopintos persiguiendo las bondades de un refresco sin burbujas con sabor a té y otros que salían de un concurso de disfraces ataviados como una cebolla, dos tomates y tres pepinos.
Un coche rebajado paso rozando el mando a distancia y un tipo quemado por los rayos ultravioleta salía feliz de una farmacia, con una especie de Silvederma, dando las gracias a unos extraterrestres con el pelo estilo afro.
Los efectos paranormales se sucedían, uno tras otro, sin darme un solo respiro. Una top model retirada me llegó a ofrecer parches para adelgazar y para ponerme moreno y no se muy bien quien insistía en que consultara con el farmacéutico no se muy bien que.
En pleno desespero cambié de canal por si todos esos fenómenos eran exclusivos de la Cuatro por alguna interferencia intergalaxica o subliminal y comprendí que no, comprendí que Poltergeist se había apoderado de la uno, de la dos, de la tres, de la cinco y de la sexta. En todas las cadenas aparecían gentes anónimas haciendo el imbécil, poniéndose aceites hidratantes, comiéndose fabadas en una lata, subiendo y bajando por escalerillas mecánicas cargados con bolsas de plástico, conectándose a internet con bandas anchas y estrechas de miras probándose dos gafas al mismo tiempo porque las segundas salen gratis.
Llego un punto en el que creo que perdí la conciencia y con ella el argumento de House. No recordaba si la paciente estaba realmente vomitando sangre la ultima vez que la había visto o estaba a punto de dar a luz o si Gray se había equivocado de serie y se había reconvertido en una mujer desesperada o si los Serrano cenaban con Bea o si Bond, James Bond era atendido por el personal de Hospital Central haciéndose pasar por el comisario.
Puedo asegurar y aseguro que pase miedo, mucho miedo, puedo asegurar que fue una experiencia horrible, pero una experiencia a la que, después de consultar con el psiquiatra, me he acostumbrado porque he comprendido que todo lo que paso en mi sala de estar pasa en todas las viviendas de España. Y es que las televisiones de este país incumplen sistemáticamente la normativa europea en materia de cortes publicitarios en sus emisiones y a nadie parece interesarle demasiado buscar una solución. Además, ahora con el verano nos amenazan con las reemisiones. Puestos ya, yo voto por Verano Azul.

EL SILENCIO DE LOS CORDEROS

En el medio ambiente y en el ámbito de la contaminación sonora se define como ruido todo sonido no deseado. Cuando se utiliza la expresión ruido como sinónimo de contaminación acústica hacemos referencia a un sonido con una intensidad tan alta que interfiere en la comunicación entre las personas o en sus actividades y que incluso puede resultar perjudicial para la salud humana.
Después de treinta años de democracia nos hemos quitado de encima el molesto ruido de sables que venia de los cuarteles, pero hemos adoptado otros que, sin ser tan peligrosos, condicionan nuestro comportamiento.
Con independencia de los colores que uno elige para descargar su adrenalina en el ámbito deportivo, los imperativos de la moda. asociados con los de la costumbre, hace que cuando un equipo gana algún trofeo la gente salga a la calle a hacer ruido.
Las celebraciones que no van acompañadas de una descarga de cláxons, acelerones, trompetas ensordecedoras y gritos cavernícolas no merecen el calificativo de importantes. Si la celebración es nocturna los decibelios se multiplican varias veces por si mismos y eso aun parece alegrar mas a los que los que actúan indiferentes a las repercusiones que su jolgorio tiene sobre el resto de los humanos.
Nuestros restaurantes deben ser los más ruidosos del mundo. El volumen de los contertulios entre plato y plato aumenta de tal forma que a la hora del café es prácticamente imposible llevar una conversación normal.
Las ambulancias han adaptado unas sirenas tan descabelladamente escandalosas que si Ulises resucitara podría continuar tranquilamente su viaje sin quedar prendado por sus encantos.
Nos despertamos con el ruido de la alarma del reloj, paseamos entre el ruido del trafico, vociferamos por teléfono, a través del portero automático ,tuneamos los coches para reventar las ventanillas con Los Chunguitos y a pesar de tanta tecnología el grito pelado continua siendo la mejor forma de llamar la atención. Somos amantes del follon subdesarrollado y preferimos desgañitarnos por la ventana para que el niño suba a cenar en lugar de utilizar señales de humo
En las fiestas familiares se empieza cantando y se acaba chillando. En las fiestas populares se empieza brindando y se acaba bombardeando los tímpanos amigos y enemigos con atronadores petardos, petardos enladrillados, envenenados y con efectos colaterales. Parece imposible que tras una fiesta de estudiantes o de empresa no haya alguien que muestre sus dotes de tenor o de soprano sobre el asfalto con desafinadas entonaciones alcohólicas.
Después de tanto tiempo sigo sin entender la relación entre la felicidad y la alegría con subidas de tono improcedentes. Los humanos debemos ser los animales más escandalosos del paraíso, un paraíso acústicamente decadente, un paraíso con mucho ruido y pocas nueces.
Mientras tanto, los corderos siguen en silencio esperando su hora. Los corderos están ahí, pero no se les oye. Con tanto ruido es difícil oírlos y aun mas escucharlos, pero confían en que, algún día, su silencio se vera recompensado. Y los lobos, los lobos con piel de cordero también aguardan su momento sin rechistar, prácticamente sin aullar.

martes, 17 de febrero de 2009

LA MALA EDUCACION

El escritor argentino Jorge Luis Borges aseguraba haber leído, una a una, todas las definiciones que contiene la Enciclopedia Británica y afirmaba que era una de las mejores maneras para culturizarse. Lo afirmaba cuando los diccionarios aun eran libros útiles para combatir errores léxicos y ortográficos.
Con las nuevas tecnologías los diccionarios han caído en desuso y la mayoría prefiere corroborar sus dudas a través del google con el peligro inherente de confundir una palabra con otra si te olvidas una sola letra antes de pulsar el enter. Tal vez por ello, muchas palabras han perdido su definición o simplemente la han aletargado.
En los diccionarios clásicos, Educación se define como “el proceso de socialización y aprendizaje encaminado al desarrollo intelectual y ético de una persona”. Se trata de una premisa que algunos políticos nunca han hecho suya y ni tan siquiera se han molestado en analizarla. Me refiero a todos esos políticos que oyen, pero no escuchan, a los que no dejan hablar e insultan, a los que tienen que servir a los ciudadanos y claudican a la demagogia por un puñado de votos. Me refiero a la clase política que nunca ha tenido clase y que debería volver a las aulas para aprender civismo, me refiero a los que confunden abstención con abstinencia o el voto en blanco con un detergente de lavadora.
Muchos de esos cargos electos combaten programas de telebasura para apartarlos del horario infantil, pero no se dan por aludidos cuando aparecen en los informativos o en las poltronas de las ágoras públicas comportándose como energúmenos. Son el espejo en el que se miran los que gritan en los atascos o los que se divierten destrozando el mobiliario urbano. Son el sinónimo de los que se ríen de la torpeza de un anciano, de los que se cuelan en la caja del supermercado sin esperar su turno y de los que se sienten orgullosos de meterse con la madre de un árbitro en un campo de fútbol. Sirven de coartada a periodistas soeces, a comunicadores incomunicados anacoretas de sus propias frustraciones.
Hay que acabar con la resignación de que tenemos los políticos que nos merecemos y decirles a la cara que no van a contar con nosotros para ningún decreto ley que pretenda cambiar el concepto de educación que figura en los diccionarios. El concepto sigue vigente y tienen la responsabilidad de aplicarlo y aplicárselo, tienen la responsabilidad de transmitir sus valores intrínsecos, la responsabilidad de ser responsables. Somos los ciudadanos los que tenemos que marcar el tempo de sus obligaciones y, por lo tanto, hay que exigirles que cumplan con su obligación sin que se atribuyan derechos que no les corresponde.
Los políticos no tienen derecho a crispar y tienen que facilitar la convivencia y si no están capacitados para ello que se quiten la máscara, que se rasguen los ojos, engorden, se atavíen con un gran tanga y se dediquen al sumo. Dormirán mas tranquilos y no nos harán cómplices de sus pesadillas. Las nuestras, nuestras pesadillas, se alimentan de sus comportamientos, de sus malas compañías, de sus mentiras, de sus miserias y, en definitiva, de su desvergüenza.
Ningún político mal educado merece nuestro voto, ninguno de ellos merece nuestra confianza.

EL DIA DE LA BESTIA

Las tradiciones, como las constituciones, no son para toda la vida por mucho que se empeñen unos cuantos. Hay tradiciones perversas, tradiciones absurdas, comportamientos cíclicos, aburridos y deprimentes.
Mezclamos el día sin coches con el miércoles de ceniza, establecemos la jornada internacional del medio ambiente, la izada de la bandera de Europa o la ofrenda floral de turno. Incluso en las fiestas un año ganan los moros y el otro los cristianos no sea que la yihad o los quema brujas se enojen. Guardamos minutos de silencio, celebramos derrotas, conmemoramos tragedias y los mas atrevidos incluso pueden ayunar veinticuatro horas seguidas.
Es un error, un grave error, poner en el mismo saco las tradiciones y la memoria histórica porque las costumbres son hipócritas y algunas costumbres matan. El machismo nace de la tradición y redimimos sus pecados cada ocho de marzo, el día del año en el que la mujer tiene que sentirse agradecida, reivindicada en su lucha y complacida por la mentira.
Cada ocho de marzo ponemos al día las estadísticas de las maltratadas, las violadas, las asesinadas, las sin techo, las marginadas, las que trabajan mas pero siguen cobrando menos, desempolvamos encuestas de las que aspiran a ser presidentas y se caen de la lista, las que aun friegan de rodillas y las que se arrodillan pidiendo la clemencia sexista.
Las tradiciones imponen creencias y hubo un tiempo en el que la lógica establecía que las mujeres no tenían ni alma. Tal vez por eso y ante la imposibilidad de romper con los límites que marcan los valores de la mal entendida sabiduría popular, propongo institucionalizar “El Día de la Bestia”.
La jornada consistiría en organizar toda una serie de actos en la que los verdaderos protagonistas fueran todos esos hombres que mantienen el rito de pegar a sus esposas cuando llegan borrachos a casa, esos hombres que vomitan su ira entre las piernas de sus compañeras, esos hombres que apuñalan a sus hijas. “El Día de la Bestia” se podría completar engalanando las ciudades con fotografías de los que vulneran las ordenes de alejamiento, de los que confunden la pasión con la posesión y la convivencia con la propiedad.
Ese día, de materializarse, las niñas podrían señalar con el dedo a los torturadores de sus madres y advertir a sus compañeros de clase que nunca podrán disponer de sus mejillas porque las normas que establecen las costumbres machistas están para incumplirlas.
“El Día de la Bestia” tendría dos actos centrales. El primero consistiría en hacer desfilar a todos los maltratadores por las principales calles de pueblos y ciudades como antaño se hacia con las adúlteras. En el segundo se daría una segunda oportunidad a los que no consiguen suicidarse después de destripar a sus mujeres.
Con el paso del tiempo alguien escribiría un artículo en algún periódico afirmando que este tipo de tradiciones no son dignas de la condición humana. Y tendrá razón, la misma razón que me adjudico al afirmar que el ocho de marzo solo tendrá sentido el día en que no sea necesario mantenerlo en el calendario como tal. Ese día, como decía el poeta Vicente Aleixandre, “tradición y revolución serán palabras idénticas”.

LOS UNOS Y LOS OTROS

LOS UNOS Y LOS OTROS

Los periódicos son un claro reflejo de lo que ocurre en la sociedad tanto en las cosas buenas como en las malas. En concreto, me refiero al tratamiento que los periodistas damos a los muertos.
Los fallecidos por accidente de trafico suelen aparecer con iniciales, los que sufren una muerte violenta tienen el honor de salir con el nombre completo, a los socialmente respetables les publican incluso la foto y a los intelectualmente destacados les escriben alguna necrológica.
Los que se van por muerte natural y los que nos dejan por ley de vida tienen el reconocimiento público de las esquelas, esquelas familiares, esquelas institucionales, esquelas empresariales, esquelas con cruces, esquelas agnósticas, con poemas, con frases lapidarias, con oraciones y también esquelas con fotomatón. Una palabra curiosa, para una maquina que inmortaliza.
Hay muertos que reviven por unos días con el degoteo propio de cartas al director de amigos, allegados o compañeros de trabajo. Otros sobreviven al tiempo en el papel impreso porque forman parte de turbias diligencias judiciales. Los hay que se convierten en fantasmas, si es que no lo fueron en vida, y dan nombre a ciclos, congresos, seminarios, habitaciones de hoteles de diseño, aulas, institutos o salas nobles.
Mi hija de ocho años no suele leer los periódicos, pero al parecer los analiza y el otro día me interpeló con una pregunta capciosa. ¿Por qué no salen nunca los nombres de los negros que se mueren de hambre porque son pobres?.
Desgraciadamente, los niños siguen asociando el color de la piel con la miseria. Desgraciadamente no están equivocados porque en los cayucos y en los pisos patera no hay rostros pálidos, pocas veces bajo los escombros de las bombas occidentales y casi nunca, salvo raras excepciones, en campos de refugiados.
Son los otros muertos de la prensa, los que en lugar de nombre y apellidos tienen número, los que tienen foto, pero sin marco, los que se pierden en un breve o pasean sus lamentos en alguna columna que nadie lee. Ni tan siquiera forman parte de una lista de desaparecidos en la que sus familiares puedan confirmar las lagrimas y de las supuestas iniciales ,como mucho, les queda el punto. Son los muertos sin responso, sin respuesta, son los que nunca han existido oficialmente, a los que nadie ofrece una plaza, ni una calle, ni la medalla de la ciudad ni, por supuesto, la Creu de Sant Jordi. Me refiero a los que se van por la ley de una vida que nosotros mismos hemos diseñado, a los que nunca dicen de esta agua no bebere porque nunca han sorbido a tiempo, me refiero a los que preferirían no haber nacido. Son los otros.
Los fallecidos anónimos son mayoría, pero no tienen quien les escriba. Repasar las hemerotecas es absurdo porque no están y si algún día estuvieron han desaparecido.