jueves, 14 de enero de 2010

EL IMPERIO CONTRAATACA

El neocolonialismo es el control indirecto que ejercen las grandes potencias sobre sus antiguas colonias o, en sentido amplio, los Estados hegemónicos sobre los subdesarrollados. Estos países no disfrutan de una independencia plena, sino que están sometidos a los dictados culturales, políticos, lingüísticos y económicos de otro.
El neocolonialismo es diferente al colonialismo, que se caracteriza por un control directo. Así, se emplea la fuerza militar para la ocupación del país y se establecen colonos procedentes de la metrópoli en el territorio sujeto a dominación. Un caso de neocolonialismo formal o efectivo sobre un territorio es el que ejerce el Reino de Marruecos sobre el antiguo Sahara Español. Un caso de neocolonialismo descarado es el que pretende el alcalde de Barcelona, Jordi Hereu, con su propuesta de unas Olimpiadas de invierno para el 2022.
Sin encomendarse ni a Dios ni a su madre y cumpliendo los mandatos del imperialismo mas medievalista va el hombre y anuncia que impulsará unos juegos blancos en los que Barcelona será la sede central, pero que contará con las pistas de esquí del Pirineo. Una gran idea teniendo en cuenta que las montañas de Montjuïc y el Tibidabo no están muy preparadas para el slalom.
Inmediatamente, la práctica totalidad de los representantes institucionales de nuestro territorio se manifiestan abiertamente a favor de la iniciativa del Hereu mostrándose como sumisas pubillas y efectuando comentarios como “permitirá el resurgir el pirineo” o “servirá para paliar el déficit en infraestructuras”.
Después de décadas y décadas sometidos al centralismo de Barcelona y de sus dirigentes resulta que ahora, gracias a una decisión unilateral tomada en las cavernas de la plaça Sant Jaume, las abandonadas carreteras de las comarcas de montaña se convertirán en modernas vías de comunicación, el puerto de la Bonaigüa no se cerrará a la primera de cambio y la implicación institucional que vienen reclamando desde hace años las estaciones de esquí para ser competitivas con Aragón y Andorra esta asegurada.
Empezando así hay que olerse como acabara. Para vender una imagen conjunta de Barcelona 2022 hay que empezar por pintar nuestros taxis de amarillo y negro, trasladar la celebración del aplec del cargol al zoo de la Ciutadella, hacer la bajada de raiers con golondrinas y, por supuesto, dejarse de debates estériles sobre la futura distribución territorial de Catalunya: Barcelona vegueria única, Barcelona circunscripción electoral única.
Si con el AVE se cae la sagrada Familia ningún problema. Trasladaremos piedra a piedra la Seu Vella y las iglesias románicas de Boí al centro del área metropolitana y el nuevo aeropuerto Lleida-Algüaire puede servir perfectamente de vertedero de las basuras generadas en el Prat. Y el Arnau de Vilanova que lo cierren para poder recuperar aquella tradición de la infancia que consistía en ir al medico a Barcelona si querías que te salvaran la vida.
A pesar de los pesares, nunca antes el imperio había contraatacado con tanta desfachatez. Cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen tienden a perder el respeto. Seamos maduros y dejemos de ser tan dependientes de los Mister Marshall de siempre.