viernes, 1 de octubre de 2010

CERO EN CONDUCTA


Las noches de insomnio no son buenas compañeras, pero a veces sirven para encontrar la respuesta adecuada a esos interrogantes que te persiguen durante el día. Gracias a una de esas noches de insomnio ya se a quien voy a votar en las próximas elecciones y en las siguientes y en las siguientes y en las siguientes.
“El mas importante y principal negocio publico es la buena educación de la juventud”. Se trata de una afirmación en la que todo el mundo parece que debería estar de acuerdo, pero la mayoría solo lo están de boquilla. Se trata de una afirmación de Platón, una afirmación que siempre se ha negado desde los poderes públicos y que ahora quieren redescubrirnos porque con algo hay que entretener al personal.
Resulta cuando menos extravagante que la enseñanza sea obligatoria y que se penalice el absentismo escolar, pero que nadie se preocupe para que esa etapa de la vida sea realmente fructífera. ¿De que nos sirve encadenar a un adolescente a un pupitre si su cerebro esta desprogramado para el aprendizaje, de que nos sirve informatizar las aulas si las redes sociales que de ellas se derivan están dominadas por mentes que consideran al Wikipedia como el mana de la cultura?
En los últimos años nadie se ha preocupado de prohibir la entrada en el mercado de trabajo a miles de jóvenes que, sin tener ninguna tipo de preparación académica, eran abducidos por el dinero fácil que emanaba del negocio del ladrillo y sus derivados. Son los mismos que ahora engrosan las bolsas de paro y no tienen futuro, porque nadie les advirtió, son los mismos a los que ahora se quiere formar deprisa y corriendo con cursos que, la mayoría de las veces, nada tienen que ver con las necesidades reales.
Es por todo esto que ya se a quien voy a votar en las próximas elecciones, en las siguientes, en las siguientes y en las siguientes. Mi voto será para aquel o aquellos que me aseguren que el vicepresidente o vicepresidenta del gobierno de turno llevara las riendas de la educación del pais. Mi voto será para aquel o aquellos que me prometan que la educación estará por encima de la economía en su mapa de ruta, mi voto será para los que juren lealtad a aquella máxima de Goethe “podrían engendrarse hijos educados si lo estuvieran los padres”. Y aun mas, mi voto será para aquellos candidatos que puedan demostrar que están preparados, que tienen una formación solida, que hablan idiomas, que saben desenvolverse con las nuevas tecnologías, que han sido brillantes en el sector del que proceden.
Me rio cada vez que oigo que para salir de la crisis hay que ser competitivos. ¿Con quien queremos competir con Ecuador, a cuyo presidente le gasean sus propios policías, con Burkina Faso donde se mueren de hambre antes de nacer o con los chinos que trabajan, comen y duermen en el mismo espacio.
No deja de ser curiosa la paradoja de que con tantos años de burbuja inmobiliaria nadie haya aprovechado la coyuntura para hacer desaparecer los lamentables barracones prefabricados para construir colegios con los cimientos reforzados. A este país, empezando por las familias, nunca le ha interesado la educación y como dijo el escritor inglés Herbert Spencer “el objeto de la educación es formar seres aptos para gobernarse a si mismos y no para ser gobernados por los demás”. Y yo, particularmente, no quiero que me gobierne Belén Esteban.