viernes, 9 de septiembre de 2011

INSTINTO


Anoche, sin decirle nada y por iniciativa propia, mi perro se cago en la puerta de un Banco.
Salir a la calle y ver pasar un coche de chonis con reggaeton a toda ostia y soñar con ser teletransportado a la civilizacion.
He dado la vuelta al Mundo, pero no se ha caido ninguna noticia.
Quien coño es el 11S? Tambien ha salido de La masia? Es que tiene un dribling impresionante.
La parada del autobus hoy estaba contenta. Ha encontrado un conductor que cada media hora la saluda.
Ser extraordinario es el colmo de la ordinariez.
En Somalia estudian incluir el tope de deficit de hierro y calcio en su Constitucion si la ONU admite a tramite sus enmiendas.
La parada del autobus empieza a preocuparme. Lleva varios dias sin dormir y tiene unas ojeras tremendas.
Lo proximo sera cerrar las bibliotecas con la excusa de que ya tenemos internet.
Lo teniamos a huevo y nos hemos despistado. Operado el tendon de Aquiles tardaremos en tener otra oportunidad para recuperar Troya.
Necesito un traveling porque estoy con fundido.
Mucho me temo. Me temo tanto que a veces me asusto.
Voy a inventar un idioma para que me persigan constitucionalmente.
Necesito una inyeccion de capital, pero no se cual elegir Madrid, Paris, Londres...
No os lo vais a creer. La parada del autobus se ha liado con la boca del Metro y la guardia urbana les ha llamado la atencion.
La desaparicion de Cacaolat de los mercados esta demostrando que el resto de batidos de chocolate son una mierda.
Mi broker, que es muy moderno, siempre compra indivisas.
La prueba de que soy muy democrata es que nunca pongo acentos para que cada cual los coloque donde mejor le parezca.
¿No sera que los terroristas mediaticos piensan que la inmersion linguistica significa obligar a los niños a ir al cole vestidos de buzo?
Menos mal que pronto empezara la temporada de setas y nos podremos intoxicar con toda tranquilidad.

jueves, 8 de septiembre de 2011

SE ACABÓ LO QUE SE DABA


Las expresiones populares de la vida están en desuso. Las nuevas tecnologías han habilitado una serie de lenguajes alternativos que han jubilado los refranes, los dichos y toda esa amalgama de sabiduría, básicamente rural, que para resumir se limitaba a lo de “con pocas palabras basta”.
Sin embargo, cada vez toma más fuerza el resurgir de “se acabó lo que se daba”. Una expresión tan explícita en si misma que podríamos adornar con “se acabó lo que se daba, nunca mejor dicho”. Digan lo que digan, si pidiéramos un parte facultativo, los encargados de proporcionarlo nos confirmarían que el estado del bienestar es inestable, con respiración asistida y pronóstico reservado. Y aun así deciden, por ejemplo, reformar la Constitución sin ni tan siquiera darnos la oportunidad de opinar sobre nuestras últimas voluntades.
Resulta una autentica astracanada que hayamos pasado de ser ricos a estar mirando cada día como evoluciona la Bolsa para sentirnos mas pobres. Las primas de riesgo, el déficit, la deuda y el rescate se han apoderado de las conversaciones de bares y tascas donde antes solo había futbol, suegras y tabaco. Es como si todos hubiéramos hecho un postgrado en Esade con profesores que carecen de cualquier tipo de titulación ni ética ni académica.
Pero esos profesores, utilizando la mampara de la responsabilidad, han decidido romper el cerdito hucha y robarnos un dinero que al parecer no habíamos ahorrado con nuestro esfuerzo sino que nos lo habían prestado sin darnos cuenta. Aquí, además, es cuando nos dicen “señores, se acabó lo que se daba”.
Lo mas cínico del asunto, es que en los discursos de la contención del gasto nos hablan de una manera con la que pretenden que, además de desgraciados, nos sintamos desagradecidos. Quieren que asumamos su culpa como nuestra e insisten en una globalización que ellos mismos fabricaron desde el monte Sinaí del capitalismo sin encomendarse ni a Dios ni a su madre, quieren fracasarnos con su fracaso, quieren que nos arreglemos con las sobras de lo que han hecho trizas, pero como decía Mary Shelley, la autora de Frankestein, “Es justicia, no caridad lo que está deseando el mundo”.
Y mientras intentan despistarnos, una vez más, con guerras lingüísticas que están tan podridas como el terrorismo, nos convocan a unas nuevas elecciones. Unas elecciones en las que, de nuevo, irrumpe con fuerza la palabra cambio, una palabra que de tanto utilizarse a babor y estribor está a punto de ser borrada del argot marinero porque a lo único que siempre nos ha llevado ha sido al abordaje de nuestros derechos.
Nuestro sistema político se ha convertido en una tienda de piezas, una tienda de piezas de recambio y los que lo alimentan siguen sin enterarse que aquí y ahora lo que los ciudadanos realmente quieren es un coche nuevo al que no le fallen los frenos, pero que al mismo tiempo tenga la velocidad punta necesaria para adelantar a especuladores y oportunistas.
No nos digan mas “se acabó lo que se daba” porque lo que hasta ahora nos han dado es nuestro aunque ustedes se lo hayan apropiado. No nos digan mas “se acabó lo que se daba” porque aquí las normas, para bien o para mal, las pondremos nosotros. Eso si, para ponerlas no hay que caer en las trampas. Al respecto Mary Shelley también escribía “El lobo se vestía con piel de cordero y el rebaño consentía el engaño”.