lunes, 10 de octubre de 2011

EL PEDO GLOBAL


Asisto perplejo a una entrevista televisiva en la que un reconocido economista, Niño Becerra, comenta sin tapujos que el 85 por ciento de las empresas que cotizan en el Ibex 35 operan en paraísos fiscales. Esto significa que el 85 por ciento de las principales empresas del país recurren a tretas financieras que les permiten escapar del control de Hacienda.
Asisto perplejo a la precampaña electoral en la que, quien más quien menos, tararea la canción de que aumentara los impuestos para los mas ricos sin concretar ninguna medida. Y mi perplejidad asiste a la denuncia que aparece en el libro “Despilfarro” de Tristram Stuart de que con las 40 millones de toneladas de alimentos, en condiciones, que se tiran a la basura en Estados Unidos cada año se podría alimentar a los 1.000 millones de personas que cada día se van a la cama con hambre.
Como lo perplejo no quita lo valiente cae en mis manos un informe de la agencia Reuters en el que se indica que Grecia, Irlanda, Portugal e Italia deben a entidades financieras de Alemania, Francia, Reino Unido, Estados Unidos y Japón mas de dos billones de dólares.
Basta coger todos estos ingredientes, ponerlos en una coctelera, agitar con fuerza y el resultado servido en copa ancha será que cada uno de nosotros, individualmente, somos una ventosidad y poco mas.
Como en todas las cosas, lo mas importante es buscar el lado positivo de la desgracia. En este caso, ser conscientes de que solo somos una ventosidad nos debería permitir albergar un poco de esperanza para el futuro, el futuro de nuestros nietos por lo menos. Y ahí es donde empieza a coger forma la estrategia escatológica a la que, sin prisas pero sin pausa, tenemos que sumarnos todos.
Como mas hurgas en el sistema financiero que durante años ha tejido eso que denominan capitalismo, mas descubres que cuando se dejó sin efecto el trueque y Creso, rey de Lidia, decidido acuñar las primeras monedas empezó la cadena, la cadena perpetua del dinero. Se trata de una cadena en la que, viajando a través de la historia, unos cuantos listillos se han ido pasando la máquina para fabricarlo, una maquina similar a la que alberga la Casa de la Moneda y Timbre, pero de uso cotidiano y privado. Nadie sabe muy bien donde esconden esos artilugios, nadie los ha visto, pero como las meigas “haberlas ailas”.
Conscientes de que esto es así, el siguiente paso para avanzar al optimismo de futuras generaciones es que determinemos un día y una hora para que los miles de millones de personas estafadas por el sistema nos tiremos un gran pedo, lo que denominaremos el “pedo global”.
Ya cuento con que los brokers de Wall Street no estén por la labor, que los amos y señores de las multinacionales lo consideren poco educado e incluso cuento con que los políticos marionetas lo consideren anti constitucional. Aun descontando estos parámetros del “pedo global”, si la acción del resto está perfectamente coordinada, podemos provocar el derrumbe de los pilares que durante tantos años han permitido que los ricos sean mas ricos cuantos mas pobres haya.
A partir de ahí, podemos volver al trueque, a valorar las cosas en su justo precio y a implantar un sistema financiero lejos del Matrix este que nos ha fagocitado.
El propio Hitler llego a decir que “detrás de la economía también debe haber poder, dado que solamente el poder garantiza la economía”. Son muchos los que han llevado este lema a su máxima expresión y deberíamos demostrarles que es una expresión equivocada y completamente anacrónica para nuestros intereses.

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