jueves, 14 de julio de 2011

EL BECERRO DE ORO




Una de las propuestas del movimiento 15M que mas ha calado entre la sociedad civil e incluso entre la clase política es la necesidad de reformar la ley electoral. Sin embargo, hay premisas que deberían tenerse muy en cuenta antes de proceder. No podemos olvidar que las dictaduras también tienen leyes electorales, leyes que sirven para autoafirmar en el poder a practicantes de la intolerancia.
La crisis económica ha puesto al descubierto que hay dos tipos de dictaduras. Están las de toda la vida con sus iconos militares, con su deflagración de los derechos humanos mas precarios y que utilizan la violencia para acrecentar el miedo y su propia solvencia. Pero también están las dictaduras modernas, estas que vamos descubriendo con el paso de los meses y que no son otras que las que nos acaramelan con elecciones baldías, las que nos hacen creer que somos nosotros los que decidimos los designios del país, mientras se hace evidente que estamos sometidos a las armas económicas de unos cuantos que se parapetan en el anonimato y que actúan con capuchas terroristas de alto calado.
Las agencias de calificación son un buen ejemplo del entramado dictatorial que mueve estos hilos. Las mismas agencias que en su día etiquetaron como magnificas las hipotecas basura norteamericanas son los que ahora dictan los términos morales de nuestra fiabilidad crediticia. Sus mercenarios se levantan por la mañana y de acuerdo con los intereses, nunca mejor dicho, de los lobbys especulativos, condenan a muerte a millones de familias en todo el mundo, principalmente en Europa, vociferando en los mercados quienes consideran que han hecho bien o no los deberes.
Este nuevo tipo de dictadura tiene unas bases tan solidas, tan forjadas desde la caída del muro de Berlín y del post comunismo que son capaces de empobrecer, de la noche a la mañana, a cualquier Estado. Son como el típico villano de las películas de Batman o de james Bond, no tienen nombre, ni cara, ni domicilio social. Como mucho tienen parientes como esa que se hace llamar prima de riesgo, una prostituta bursátil que igual te hace un griego que un francés sin preservativo con el único objetivo de infectar a los inversores mas viciosos y menos precavidos.
Algunas políticas sociales consideran que una buena manera de erradicar la prostitución es multando a los clientes. Pues bien, multemos a todos los especuladores que tienen relaciones directas con la prima de riesgo y tal vez podamos descabezar a las madames de los burdeles macro económicos. O tal vez podrían invitar a Riesgo a un Sálvame cualquiera para que explique que su prima es una perra de los mercados que le gusta practicar la humanofilia.
Juegos de palabras al margen, tal vez ha llegado el momento de que los Estados hagan suspensión de pagos y dejen a sus deudores con papeles mojados entre las manos. Esta situación provocaría que, además de las interminables colas del paro, se sucedieran por todo el planeta infinidad de colas de presuntos ejecutivos reclamando que les paguen esas inversiones con las que a tanta gente han empobrecido a costa de sus intereses. Conocidos los hipócritas, ha llegado el momento de desvelar la identidad de los fariseos.
¿Cómo se embarga a un Estado? En nuestro caso, ¿nos requisaran el Valle de los Caídos, la Sagrada Familia, el Teide…? Adelante, que se lo queden todo porque entonces saldremos a la calle, pero no para acampar pacíficamente sino para demostrar que nuestros antepasados descubrieron el fuego y el fuego, como todo el mundo sabe, purifica.

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