viernes, 19 de junio de 2009

OIDOS SORDOS


No es fácil distinguir el silencio de los corderos. Ningún silencio es fácil de distinguir excepto el que provoca la angustia de la indecisión. Es un silencio agrio, largo, obeso, entrecortado, casi insonoro.
Ella lo reconoció al tomar la indecisión mas grande de su vida. Dejo a un lado las agendas, las notas del bloc, el teléfono móvil, se negó a recordar los consejos que había ido acumulando y se descalzó.
Nunca antes se había visto descalza en la orilla del mar, nunca antes se había visto descalza en la orilla de ningún mar. Dio unos pasos tímidos y breves, dejo que el agua mojara sus pies y respiró hondo.
Estaba harta de tomar decisiones absurdas, de vociferar entre corros de valores bursátiles tamizados y sumergió sus pensamientos en el ir i venir de las olas. Fue entonces, solo entonces, cuando comprendió que todos los silencios no son iguales. Y es que no hay mal que por bien no venga.

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