martes, 7 de abril de 2009

EL MUNDO EN SUS MANOS


La emoción me embarga. No son las hipotecas, ni los bancos, ni la hacienda pública sino que es la propia emoción la que me embarga al comprobar que los países mas ricos del mundo han encontrado la solución a sus problemas, sus problemas que no son ni los míos, ni los de los que pierden el trabajo cada día que pasa.
Puestos a pasar, en la cumbre del G-20 pasó inadvertida una cifra. Con los 8.420 billones de dólares de dinero público comprometidos por los gobiernos del mundo rico para el rescate del sector bancario podría eliminarse la pobreza mundial durante los próximos 50 años. La cifra invertida en inyecciones de capital, comprar activos tóxicos, créditos subvencionados y garantías de la deuda equivale a mas de 1.250 dólares por cada habitante del planeta. Elevar por encima del umbral de la pobreza, 1,25 dólares diarios, a 1.400 millones de personas costaría 173.000 millones.
Los datos son de la oenegé Oxfam, un colectivo que, como muchos otros, no fue invitado a la reunión del G-20, un colectivo que, como muchos otros, están hartos de que la macroeconomía la diseñen los que desayunan con caviar de Beluga, los que niegan la hambruna del mundo y se escandalizan de los que niegan las cámaras de gas del holocausto, los que confunden la cola del paro con la del supermercado.
Mira por donde, uno de los principales causantes de tanta zozobra son los paraísos fiscales. Tras décadas de indudable desfachatez, los mismos que tienen a buen recaudo todo el dinero que nos han robado a fuerza de especulaciones, anuncian que van a luchar contra cuentas secretas y cajas de seguridad inviolables, pero sin desvelar como pagaran los servicios prestados por los avaros a los que Moliere ya denuncio en su día sin que sirviera para mucho.
Por si esto no fuera suficiente, frente a esta pandilla de cínicos nos encontramos con los que se manifiestan en contra de la globalización y han acabado por globalizar la kale borroka, los que por sistema van de antisistema pregonando que la solución pasa por destrozar escaparates, mobiliario urbano o saqueando tiendas, los que, como los fachas, solo son valientes si van en grupo y con la cara tapada.
Protestar contra todo sin dar soluciones ayuda mucho. Sobre todo ayuda a los que no tienen ningún interés en solucionar nuestra crisis, la crisis del peón y la del pequeño comerciante. Protestar contra todo sin dar soluciones ayuda a que la policía, también en grupo y con la cara tapada, se sienta fuerte para aporrear a diestra y siniestra con total impunidad. Como diría M. Brickman “Estoy horrorizado, no se si el mundo esta lleno de hombres inteligentes que lo disimulan o de imbéciles que no se recatan de serlo”.
Y la emoción me sigue embargando y me embarga hasta tal punto que ya no tengo lagrimas con las que llorar ante tanta desvergüenza y ante tanta ineptitud. Cada cual seguirá desempeñando su rol, pero nadie nos puede impedir que nos descrucemos de brazos y empecemos a remar contra corriente. Vale mas ser pirata que alistarse a la marina.

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