martes, 19 de marzo de 2013

BUENAS NOCHES Y BUENA SUERTE


Tengo toda la confianza en la justicia. Niego la mayor. Hay que hablar de las cosas que realmente preocupan a los ciudadanos. Pongo la mano en el fuego. La herencia recibida.

Utilizando hábilmente estas frases, cualquiera de nosotros puede deambular por el mundo de la política e incluso permanecer en ella durante años. Son esas frases con las que se puede responder cualquier pregunta, o con las que se puede empezar o terminar una comparecencia pública. Son esas frases de cartón piedra que sirven de decorado para tapar las vergüenzas que se retroalimentan tras las bambalinas.

Aquí, lo importante es pintar de gris cualquier atisbo de color. Los hombres de negro son un mal menor, el peligro real lo irradian los hombres y las mujeres grisáceas que con poco ruido y muchas nueces se han instalado en el sistema para propagar el pensamiento único.

El caso de los tertulianos es un claro ejemplo. Pongas el canal que pongas, sintonices el dial que quieras, en todas partes aparecen los mismos fantasmas. Se entremezclan opiniones de derechas, de izquierdas, de pseudos anti sistema, moderados apocalípticos e intelectuales de pacotilla. Se aprenden un guión preestablecido y reparten su supuesta indignación por cualquier tribuna. Son los creadores de opinión.

La opinión ni nace ni se hace sino que se transforma, pero para que una opinión se transforme es necesario tener varias fuentes de información y no solo una. Con monosílabos es imposible crear una conversación y de igual forma resulta muy complicado mantener un dialogo con monólogos. Quieren que nos creamos su maquillada percepción de la vida, pero no dejan de ser actores de doblaje.

Los tertulianos se han convertido en ventrílocuos de los hombres de gris. Repiten su argumentario como papagayos tropicales y se cuidan muy bien de no decir una palabra más alta que otra porque les pagan para decir lo que dicen y no lo que piensan. De esta forma, el método de su discurso va calando en el ciudadano medio que aun confía en la inteligencia humana, una inteligencia que hemos sobrevalorado por encima de sus posibilidades. Nada que ver con los descubridores del fuego o los filósofos clásicos y mucho más parecido a gente que se tira a una piscina ante las cámaras de televisión.

La inteligencia humana está en peligro de extinción. Cualquier día la embalsamaran y la expondrán en un museo como un vestigio de lo que fue y pudo haber sido. Y mientras tanto, podemos seguir intoxicando nuestro disco duro con sainetes y zarzuelas en las que la profesión periodística se limita a escribir al dictado. Hemos pasado de ser el cuarto poder al cuarto oscuro, un cuarto oscuro en el que aceptamos ruedas de prensa sin preguntas y en el que acabaremos pagando alguna tasa por el simple hecho de comparecer. Éramos los mensajeros y ahora ya solo somos carteros. E incluso así, no llamamos dos veces para no molestar.

Pulitzer decía que “una prensa cínica, mercenaria y demagógica producirá un pueblo cínico, mercenario y demagógico”. Los hombres de gris están en ello, ser sus cómplices o no depende de nosotros. Nos han vendido el derecho a decidir como un logro político, pero el verdadero derecho a decidir prende fuerza cuando lo ejercemos individualmente, sin permiso de nadie. Buenas noches y buena suerte.




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