jueves, 22 de noviembre de 2012

EL DIA DESPUES


Los ríos se canalizan después de una riada, los aviones se inspeccionan después de un accidente, los incendios se previenen tras las cenizas, los alimentos tóxicos se retiran cuando las gastroenteritis colapsan urgencias, los locales que superan aforos ,con medidas de seguridad caducas, los cerramos cuando ya no hay remedio, nos preocupamos del trabajo cuando estamos en el paro y construimos en base a la destrucción.
La imprevisión denota una falta de voluntad por adelantarnos a los acontecimientos y eso nos obliga a abrazar la improvisación como solución a todos los males. Un buen día nos dijeron que dos y dos son cuatro y ahí nos quedamos. Un buen día nos dijeron que esto es así y así estamos. Pero  en realidad, los imprevistos los hemos planificado e incluso  han llegado a ser rentables.
Han sido necesarios varios muertos para que, de repente, alguien se de cuenta que la legislación sobre hipotecas y desahucios es puro terrorismo financiero. Y es que eso de tener que cargar el muerto está muy mal visto , sobre todo si no tienes a nadie a quien cargárselo.
En un plis plas, todo el mundo se ha puesto de acuerdo o casi. Policías con objeción de conciencia, juristas despechados, políticos acojonados e incluso banqueros que hacen de trileros con su altruismo.
Es como si los violadores se dedicaran a prescribir pastillas del día después entre sus víctimas para mitigar su dolor y solidarizarse con su tortura.
Los parches no los inventaron los que quieren sobrellevar el síndrome de abstinencia del tabaco, los sofocos la menopausia o el dolor óseo. Tampoco los inventaron los que nos prometen una piel morena sin rayos o los que se ven en la necesidad de preservar sus prendas textiles más queridas. Los parches los inventaron los piratas y nuestros gestores públicos se los apropiaron para aplicarlos como medidas urgentes.
El principal problema de gestionar siempre con parches es que llega un momento, como el actual, en el que no hay dinero para comprarlos y las rodillas de los ciudadanos empiezan a notar el contacto de la piel con el asfalto. Ese rozamiento constante está provocando  las primeras heridas, unas heridas que se acabaran infectando y entonces solo quedara la amputación.
Tras unas elecciones también hay un día después. Es ese día en el que todo el mundo ha ganado algo y casi todos han perdido mucho. Es el día en el que hay que enfrentarse a la resaca que provoca esa borrachera de promesas que nunca se cumplirán, pero que hasta ahora se podían parchear con lentillas de colores. Y digo hasta ahora porque ahora no hay parche que valga y son muchos los que se pueden quedar con el culo al aire si la gente sigue sin conseguir un trabajo, pagando medicinas por encima de sus posibilidades, comerciando en locales vacios de vida y esperanza o estudiando en aulas sin futuro.
John Kennedy dijo que “la dificultad es una excusa que la historia nunca acepta”. El saco de las excusas esta resquebrajado, raido por la costumbre, una costumbre que no va a ser aceptada por mucho que quieran convencernos. Esto es lo que hay y no les queda otra que reconocerlo. Aunque les pese.

No hay comentarios:

Publicar un comentario