sábado, 19 de noviembre de 2011

VERTIGO



La idea de ser un visionario siempre me ha fascinado. Es como lo de ser mago, aunque sea mago de teatrillo, pero ser capaz de sacar el conejo de la chistera o de cortar a trozos a la esbelta ayudante, sin que nadie descubra el truco, no tiene precio.
Todo esto viene a cuento porque cuando escribo estas líneas aun no se han celebrado las elecciones. En realidad, escribo esto el día de reflexión, esa extraña jornada en la que, por lo visto, nos reunimos en silencio con nosotros mismos y analizamos todos los programas electorales que han caído desvaídos en el buzón. Esa extraña jornada en la que llenamos la mesa de la cocina con decenas de papeletas y nos concentramos en alma y espíritu para coger la mas acertada a nuestra ideología o a lo que queda de ella.
Oficialmente pues, no se quien ha ganado las elecciones, pero tampoco importa mucho. Lo que realmente me importa es pensar que no veo a nadie capaz de poner coto al brazo político del terrorismo financiero que ha expandido Frau Merkel. Hace unos años, la CIA era la encargada de decidir que gobiernos sudamericanos se avenían mas a los intereses de Washington. Lo mismo hacia la URRS con los países asiáticos y, entre ambos, se repartían el control de lo que se ha aceptado en denominar Oriente Medio.
Como el totalitarismo basado en el uso de las armas se considera tercermundista y no liga mucho al concepto clásico de democracia, Frau Merkel, ha ido tejiendo una red que llamamos mercados, por ponerles algún nombre, pero que no es otra cosa que comandos legales que operan desde los pisos francos que el Banco Central Europeo ha instalado en las Bolsas europeas.
Portugal e Irlanda sirvieron de campo de pruebas y se consiguió recambiar los gobiernos con aparente democracia. El acoso y derribo a Grecia ha sido, sin embargo, el primer espaldarazo a la estrategia diseñada por el nuevo nazismo financiero. No podemos olvidar que los museos alemanes están repletos de joyas arquitectónicas que robaron a los griegos durante la II Guerra Mundial, por lo que la raza aria siempre ha visto a los conciudadanos de Aristóteles como presa fácil. El amago de referéndum descoloco por unas horas a los valedores del nuevo imperio germánico, pero las bombas lapa de la prima de riesgo se encargaron de hacer volar por los aires cualquier intento de que el pueblo hablara.
Así pues, la primera ofensiva sin capuchas consigue el primer gobierno de tecnócratas o lo que es lo mismo, un golpe de Estado en toda regla diseñado desde Berlín. Y como la estrategia funciona lo que ningún juez, ningún ciudadano, ni ninguna formación política habían conseguido hasta el momento, Il Cavalieri entrega las armas y se rinde. Algún día sabremos el precio de esta rendición porque conociendo al nuevo Mussolini su cabeza no ha caído gratis.
Mas tecnócratas, mas hombres de traje gris, decidiendo y ordenando a los ciudadanos sin haber pasado por las urnas, mas campañas subliminales de que los políticos no sirven de nada. En definitiva, mas promoción de dictaduras encubiertas que desparraman sus virtudes contra los poderes establecidos a base de papeletas. La invasión está servida: España, Bélgica, Francia, Austria…Lo de Islandia les pilló con el paso cambiado, pero es pura anécdota. Los servicios de información lo tienen totalmente controlado para que su ejemplo no sea cuestión de debate fuera de las redes sociales.
El que juega con fuego se quema y eso es precisamente lo que le está pasando a esa casta que pone su nombre en una lista, bajo unas siglas, critica sin proponer y vive ajena a los hilos que mueven su frágil teatro de marionetas. En los últimos años, han preferido estar al lado de sus secuestradores, los mercados, dejándoles maniobrar a sus anchas mientras los de abajo insistíamos en que esto no iba bien. No nos han querido escuchar y ahora puede que sea demasiado tarde. Sufren el síndrome de Estocolmo y aun tienen coraje para asegurarnos que somos nosotros los equivocados.
El resultado electoral no me importa mientras Frau Merkel intenta reconvertir las visitas turísticas a sus históricos campos de concentración en guarderías del futuro para nuestros hijos. Nuestra democracia está en fase terminal y son muchos los que están dispuestos a practicarle una eutanasia rápida y sin complejos morales .De nosotros depende que quemar libros y tatuar a la gente con códigos de barras no se convierta en una costumbre nuevamente. De nosotros y de nuestros políticos depende impedir que nos den un pijama a rayas. Como decía Alexis Tocqueville “lo más importante para la democracia es que no existan grandes fortunas en manos de pocos”.

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