miércoles, 26 de agosto de 2009

LA QUE SE AVECINA

El verano del 2009 pasará a la historia como uno de los que han albergado mas componentes de transición, eso que se define como acción y resultado de pasar de un estado o modo de ser a otro distinto.
Embobados en este trance se ha recuperado la nevera portátil de toda la vida con su tortilla de patata fría, la carne empanada y las cervezas de oferta. Las marcas blancas han colonizado el consumo y los restaurantes se han enzarzado en una guerra fraticida con menús baratos que incluyen, como no, el tinto de verano.
Las grandes masas de bolsillos rotos también se han apuntado a devorar de forma adictiva la trilogía “Milenium” de Steig Larsson, una adicción que ha reducido las salidas nocturnas, las copas del chiringuito y el ligoteo propio de la canícula.
La transición también ha hecho acto de presencia en la reflexión sobre la capacidad de evolución del ser humano. En los mundiales de atletismo de Berlín, el jamaicano Bolt ha reabierto el debate sobre los límites de la velocidad del hombre. Sabemos ya que nuestra especie es capaz de correr mas deprisa, pero seguimos sin conocer hacia donde corremos y porque.
Los payeses, rompiendo el guión transitorio que nos habían impuesto al principio de la temporada, se han mantenido fieles a sus principios de siempre reclamando precios justos para los productos del campo. Unas reclamaciones que, también como siempre, quedaran en saco roto y unos precios que continuaran siendo injustos hasta que dejen de cultivarlos.
En este verano de impasse los políticos no han tenido vacaciones y se han dedicado a meterse los unos con los otros diciendo las mismas chorradas que en invierno o primavera. Supongo que han pretendido mantener la tensión para que el nuevo curso no les coja desprevenidos. Y es que la que se avecina no es moco de pavo.
A falta de vacunas, no se muy bien si la salud de los ciudadanos se verá mas afectada por la gripe o por la constante amenaza de subida de impuestos. Lo de la gripe, aunque no es de risa, hace gracia, una gracia que puede acabar en desgracia porque sinceramente creo que ni las propias autoridades sanitarias saben a lo que nos enfrentamos aunque lo quieran disimular. Lo de los impuestos ni tan siquiera hace gracia porque ya sabemos por experiencia que si a alguien afectará no será precisamente a los que nos han metido en todo este embrollo de la crisis.
Se avecina también un gran cambio en el panorama televisivo. Los famosos arruinados seguirán vendiendo sus suicidios imposibles y algunas cadenas insistirán en pagar a delincuentes para que nos cuenten sus penas en horas de máxima audiencia. Pero además, con los avances médicos conseguidos tenemos que estar preparados para operaciones de cambios de cara en directo con los atrevidos comentarios íntimos de los cara dura de siempre.
Con todo, puede ser un otoño muy extraño y Dios nos libre de que el Constitucional no falle contra el Estatut porque entonces estaremos perdidos, perdidos en un mar de declaraciones, manifestaciones, acusaciones y disfunciones de las que, desde luego los parados saldrán malparados. Y es que las transiciones mal gestionadas acaban en ruptura.